Y todo fluyó. Demasiado bien para ser verdad. Una hora después estábamos "wrapeando". Y yo casi que caminaba en el aire de la felicidad y el boost de autoestima porque todo salió perfecto.
El 2do día de filmación... eh... bueno, digamos que no fluyó tanto. De hecho no fluyó nada.
La química con mi tropa fue instantánea, todavía me arrancan una gran sonrisa cuando pienso en ellos (NOTA MENTAL: debería llamarlos).
Sin embargo, la magia entre Beatriz y Leda no surgió tan naturalmente como la primera vez. Y la confianza en mí misma cayó, el miedo de sacar a la actriz de teatro frente a una cámara de cine se potenció y prácticamente tuve un cortocircuito.
Pero en cine cada segundo es plata, así que seguimos adelante.
Y de verdad seguimos... a veces ataviados de guerrilla con fusiles, carabinas, pistolas y granadas, a veces bañados en sangre, a veces en grupo, a veces en pareja, a veces como civil, a veces con jornadas de 20 horas, a veces con jornadas de 3...
No sé cuántas veces escuché Guitarra Revolucionaria en esas 2 semanas. No sé cuántas más escuché "El pueblo unido" o canté en el baño "Hasta siempre comandante".
No sé cuántas veces me peleé con la publicidad y extrañé el gimnasio (al que me hice adicta por la rutina animal tratando de subir peso y músculo para Leda) pero que dejé por el horario extraño de la filmación.
No sé cuántas veces deseé ser una mejor actriz y cuántas otras más me sentía orgullosa de mí misma...